miércoles, 22 de septiembre de 2021

REFIESTA

Si la cara que veo en el espejo es retrato del resacón que llevo encima, desisto de intentar afeitarme, no sea que me acabe degollando con la maquinilla, y eso que es eléctrica. Tengo una marca tremenda en el cuello que espero que sea un mordisco de un vampiro porque no quiero pensar quién ha sido capaz de acercarse a mí hasta el punto de hacerme un chupetón sabiendo como sé ahora las condiciones en las que debía de estar. Tirar a la basura la ropa blanca convertida en una masa de color rosa-mugre ha sido una de las experiencias más terribles de mi vida. Ese olor a vino rancio… ¡y lo que no es vino…! ¿Y yo he llevado esa ropa puesta tres días? El escalofrío que me corre por la espalda sólo de pensarlo está a punto de tumbarme al suelo. Si por lo menos recordase algo… Tengo medio cerebro en cortocircuito y el otro medio… no sé, creo que lo he perdido. 

El móvil arde. Dos mil mensajes y creciendo: menuda juerga, pasada, ambiente, desmadre, maravilla, gozada… y yo no recuerdo nada. Pero es que nada de nada. Toda la vida soñando este viaje y estoy en blanco. ¡Hay que ser imbécil! Años escuchando a la gente hablar maravillas de esta fiesta tan famosa, años ahorrando para fundirlo todo a lo salvaje, años intentando que las fechas de todo el mundo cuadrasen para ir juntos y tener un recuerdo común para toda la vida… ay, que se me va la cabeza.

Me derrumbo en el sofá y no dejo de ver más y más mensajes: pasada, genial, a repetir, movidón, la leche, la bomba, la caña… 

Y así paso el día, sin atreverme a pedir alguna foto o algún comentario que haga que mi memoria se ponga a funcionar, avergonzado de haberme perdido semejante fiesta. Leo los mensajes a puñados intentando que alguien comente alguna anécdota, algún hecho, alguna conversación que me dé una pista sobre qué leches ha ocurrido durante tres días, pero lo único que leo son exclamaciones acompañadas de muchas fotos sueltas que no tienen contexto ninguno: grupo de ropas blancas sujetando vasos, grupo de ropas rosas sujetando vasos, grupo de ropas renegridas sujetando vasos… hasta que me doy cuenta de que los mensajes siempre se repiten en la misma línea: que si releche, que si rebomba, que si recaña… pero nadie cuenta nada…

Nada de nada…

Y comprendo que ellos, todos ellos, saben exactamente lo mismo que yo: nada.

¡Nada de nada!

¡Joder, ésta sí que ha sido una fiesta de mil pares!