miércoles, 29 de mayo de 2024

ASIMETRÍA TELECOMUNICATIVA

Se me ha muerto el móvil. Bueno, no era mío, sino el que le compramos a mi chaval pequeño cuando era pequeño, o sea una castaña pilonga que heredé yo hace un tiempo. Aún así, me ha servido muy bien y, para lo que lo he usado, me ha sobrado. Pero no ha dado más de sí, lo he jubilado y me he comprado un cacharro nuevo nuevito. Un modelo de 2023, pero, para mí, ciencia ficción.

La cosa es que me lo compré un viernes y ese mismo fin de semana tuve un gripazo interesante. Como buen autónomo, me puse medio malo el viernes por la tarde (así pude hacer lo que me quedaba para cerrar la semana), el sábado estuve zombi absoluto, el domingo pachá-pacha, pero consciente de estar vivo, y el lunes, hale, al curro.

Ese mismo lunes tuve mi ración de llamaditas y noté desde el principio que el sonido del nuevo móvil era muy diferente al anterior. Lo cierto es que se oye mucho fuera de la oreja, y me pasé el día entero subiéndole el volumen. Suelo poner el aparato en la oreja izquierda, pero por cosas de esa falta de volumen, probé a ponérmelo en la derecha... y casi me quedo sordo. ¡Madre mía, cómo sonaba aquello en mi cerebro!

En el oído derecho, bien. Ay, ¿y qué le pasa al izquierdo?

Probé el móvil en ambos oídos y confirmé que en la zona izquierda me había quedado sordo. Sordo, sordísimo. Me empecé a poner un poco nervioso. ¿Me habría afectado la gripe al oído? ¿Será esto permanente? ¿Será recuperable?

Pero la cosa es que en el día a día no he notado nada raro. Quizá sí, algo, quizá no... quizá me estaba poniendo histérico con la semisordera. O semihistérico.

Y así estaba, en mi pozo autodestructivo, cuando por cosas de la oficina portátil en la que vivo (o sea en la calle, con la bolsa, la carpeta, la chaqueta, la tarjeta del bus, etc), contesté a una llamada con la oreja izquierda, se me medio resbaló el móvil (¡uy, que es nuevo y sin funda ni protector ni nada!) y... ¡hala, que oía perfectamente por la izquierda! Como suena. Según giré el móvil poniéndolo perpendicularmente a la oreja, escuchaba muy bien, como en la oreja derecha.

Inspeccioné el aparato para ver si comprendía aquello y comprobé que ahora el altavoz ya no está en la pantalla del cacharro, sino en el canto, concretamente en la parte superior, así que cuando te lo plantas en la oreja, no estás poniendo tu oído hacia el sonido, sino hacia el vidrio de la pantalla. Por eso no lo oía bien... Ya, ¿y en la oreja derecha? Ahí sí que suena bien. Si el problema es ése, debería darse en ambos oídos, ¿no?

La respuesta está en el espejo. Resulta que todos somos un poco asimétricos. Cuanto más simétricos, más guapos. Cuanto menos... pues eso. Que yo soy MUY asimétrico y he comprobado que mi oreja derecha es más o menos normalita, con su pabellón, sus pliegues, etc, pero que la izquierda, por el contrario, es como la oreja de un luchador de lucha libre. Vamos, que está aplastada hacia el cráneo. Tengo un antisoplillo.

O sea que mi oreja izquierda no tiene pliegues ni membranas, ni cartílagos ni nada que recoja el sonido que sale en vertical desde el móvil, mientras que mi oreja derecha, como es normalita, consigue que el sonido rebote en sus pliegues y pase al oído.

Desgraciadamente, así he comprendido por qué los chavales no se ponen el móvil en la oreja, sino que se lo clavan en perpendicular, o lo llevan a la altura de la boca para hablar a distancia.

Me voy a comprar una gorra y me la voy a poner del revés. Y a soltar bobadas por la calle con el móvil clavado en el pabellón ¡Y a ser moderno!

Asimétrico, pero moderno.

domingo, 19 de mayo de 2024

miércoles, 8 de mayo de 2024

SOBRE LAS APARIENCIAS

 El otro día una cliente nos pidió que le resolviéramos un problema de su edificio. Tienen goteras, han presentado el ayuntamiento documentación, planos y demás elementos de tortura para solicitar licencia y en el ayuntamiento les han dicho que todo lo que han presentado está mal porque, entre otras, cosas, eso lo tiene que presentar un técnico (un arquitecto en este caso) con la documentación correcta y con el visado correspondiente del colegio profesional que toque.

O sea que después de pedir licencia, hablan con el arquitecto, como es habitual.

La cosa es que me han enseñado la documentación que han presentado y, efectivamente, no cumple ni con la norma, ni con nada de nada, como es lógico, ya que no se dedican a esto de la aquirdocumentación, que es una disciplina en sí misma. Mi trabajo es hacerlo todo desde cero.

Concretamente, los dos planos que, se supone, estaban a escala y bien medidos, se parecen a la realidad... relativamente. Digamos que hay diferencias de medición de hasta medio metro. Además, no son planos técnicos y no aportan la información que tienen que aportar: dimensiones, cotas, secciones constructivas, tipos de material, modificaciones respecto al estado original, etc.

Estos planos los ha hecho una (valiente) vecina que es diseñadora gráfica y que sabe de dibujos, pero no de planos. 

Se los he enseñado a una compañera, también arquitecta, y me ha dicho que son planos muy bonitos. Que le gusta mucho lo de los colores que tienen y la composición y todo eso. Mi respuesta ha sido de estupor: son dibujos que no valen para nada a nivel profesional. No son planos. Serán composiciones, representaciones artísticas, cuadros coloridos... lo que quieras, pero no son planos. Es más, gracias a esos "planos" el constructor hace lo que le da la gana con el presupuesto, la norma se la pasan por determinado sitio, el ayuntamiento abre un expediente, los vecinos se enfadan, la autora se lleva un chasco inaguantable, etc, etc, etc.

Pues me ha dicho que le da igual, que tienen colores muy bonitos y que le gustan.

El debate ha seguido un rato y no lo voy a desarrollar, pero todo esto me lleva a pensar en la cultura de la apariencia y cómo nos está ganando terreno a marchas forzadas. Da lo mismo que te desgañites mostrando la realidad, que si las apariencias de algo que no sirve para nada son interesantes, serán la siguiente realidad. Con todo, en todos los ámbitos y a todos los niveles: hay que APARENTAR. ¿Que luego todo sale mal y tienen que venir los que saben a resolverlo? Da lo mismo, ya se arreglará, lo importante es ese primer golpe de apariencia.

Y así nos va.

Quizá si pusiera otro tipo de letra, con colorines, un par de gráficos y alguna cosita de esas que se mueven para llamar la atención, alguien leería esto que acabo de escribir, pero, total, para la pinta que tiene...

jueves, 2 de mayo de 2024

CULTURA POPULAR

 Hoy me he encontrado esta imagen en un muro de un colegio. Como se puede ver, imitan un desconchón en la pared. Incluso han pintado los ladrillos que se supone que hay tras todo muro del mundo mundial.

Pero justo al lado, rodeando al falso desconchón, hay un montón de desconchones reales en los que se ve el interior del muro: las varillas de la armadura que forman eso que se llama hormigón armado.

Me parece significativo que la representación del imaginario se coloque al lado de la realidad sin importarle lo más mínimo. Quizá está un poco traído por los pelos, pero es que la realidad es la que es: ese muro es de pedruscos con cemento y acero, osea hormigón armado, y quizá el desconchón debería representar las armaduras corroídas dentro de la masa del hormigón o algo así. 

O podrían haber aprovechado los desconchones reales donde se ve la armadura y haberla prolongado o algo similar, o haber imaginado un mundo virtual dentro del muro, o haber hecho una falsa ventana a un falso jardín, o una visión de un agujero de gusano que conecta con otra galaxia, o un dragón asomando la cabeza por el roto...

No sé.

Es bonito representar, imaginar y fantasear, pero precisamente en un colegio, donde se va a aprender, se debería enseñar cómo es la realidad. No hace falta que sea la crudísima realidad, e insisto en que fantasear es genial, pero teniendo el ejemplo de lo real al lado...